viernes, 31 de julio de 2009

LA PRINCESA YAIZA


Erase una vez una red, donde convivían felices un sin fin de personajes. Todos ellos intercambiaban palabras amables y guiños que hacían de su existencia algo agradable. Allí se encontraban Amiusi, Rosablanca, Sahian, etc. pero de entre todos destacaba una bella muchacha llamada Yaiza.

Yaiza vivía feliz jugando con sus amigos, atendiendo a todo aquel que precisara su ayuda y dando todo el amor que pudiese acoger su gran corazón, sabedora de que todo lo entregado le seria devuelto multiplicado por 70 veces 7.

Y así pasaba la vida de Yaiza, aunque últimamente se repetía un sueño en su cabeza, un sueño que embebía su corazón de calma, de dicha y esperanza. Yaiza soñaba con la llegada de un Príncipe, un Príncipe Azul que llenara su vida de sentido, alguien que diera respuesta a todas las preguntas a las que Yaiza no podía encontrar solución.

Un día tan hermoso como cualquier otro en la red Yaiza recibió un regalo, un regalo cuya procedencia desconocía, aunque no por ello menos esperado.
Yaiza descubrió ante sí, una caja hecha de maderas nobles pero de apariencia rústica. Ningún símbolo o indicio hacían imaginar a Yaiza lo que dentro de ella podría hallar. Se tomó un largo tiempo antes de abrir la caja, no quería acabar en solo un segundo con aquella ilusión, se sentía emocionada soñando con tierras lejanas, embriagada sintiéndose junto a aquel Príncipe que la agasajaba y que aún sin conocerla ya era capaz de hacer vibrar a su corazón y descubrir sueños en su alma.

Yaiza tras experimentar sentimientos hasta entonces desconocidos decidió abrir aquel presente. Con cuidado, con mucho cuidado sus tiernas manos abrieron la caja y apareció ante sus ojos una Corona.
Yaiza no había visto ninguna corona, al menos en sus manos, pero de lo que estaba segura era de que aquella maravilla era más hermosa de lo que jamás hubiera imaginado.
Los diamantes, esmeraldas, topacios y rubíes centelleaban iluminando los ojos de Yaiza con un brillo solo propio de los enamorados.
Yaiza sabia ahora que aquella Corona era la que tantas veces vio en sus sueños, pero aún no alcanzaba a comprender como llegó hasta ella. Decidida, dejó la caja sobre sus rodillas y tomó la Corona con sus dedos aún temblando por la emoción. Al tocarla la sorprendió la temperatura del metal, estaba caliente como si hubiera estado todo el tiempo sobre la cabeza de…,-De quién?, se preguntaba Yaiza.

Yaizah tenia los cinco sentidos en aquel regalo, la miraba sin poder ni tan siquiera pestañear, percibía aquel tacto casi humano de aquella joya creada con las mejores piedras preciosas jamás encontradas, podía incluso sentir un embriagador aroma que acompañaba a su regalo y escuchaba como el viento jugaba con la Corona mientras parecía o al menos así creía ella, que quisiera decirle el nombre del Príncipe que estaba cambiando su vida.

Yaiza no podía creerse lo que estaba pasando pero le gustaba, sonreía, reía, callaba y volvía a sonreír, se sentía la muchacha más dichosa de la red.
Una vez hubo tenido tiempo de disfrutar aquel momento y haciendo acopio de valor... decidió colocar aquella maravillosa joya sobre su cabeza.
Tomó con ambas manos la corona y la colocó sobre su cabeza, entre torpe y tímida, como con miedo de poder dañarla, pues ella sabía que no sufriría ningún daño.
Una vez colocada Yaiza sintió que se nublaba su vista, los colores que hasta entonces siempre había visto tan claros y hermosos se difuminaban y todo se tornaba negro.
Yaiza no sintió miedo en ningún momento, era más bien una sensación reconfortante.
Fue entonces cuando comenzó a sentir una mano recorriendo su cintura, mientras otra retiraba mechones de su cara y mesaba sus cabellos.
Aquellos brazos la estrecharon en un abrazo, un abrazo que repentinamente llenó de sentido su vida y supo de la respuesta a todas sus preguntas.
En solo un segundo, un segundo largo como toda una vida plena de dicha, Yaiza sintió unos labios uniéndose a los suyos y surgió el más intenso beso que jamás compartieron hombre y mujer. Yaiza cerró sus ojos y se entregó a aquel hombre que la tomaba con una pasión desconocida. El beso duró…, por largo que hubiera sido siempre habría sido corto, fue maravilloso.
Al abrir los ojos Yaiza descubrió ante si a su Príncipe Azul, quizás no fuera el hombre más hermoso, pero ante sus ojos parecía adorable.
Ambos sonreían, sin atreverse a romper aquel silencio que llenaba la red de vida, de vivos colores, colores que Yaiza nunca había visto antes.
El Príncipe tomó la mano de Yaiza y desaparecieron de la red para vivir por siempre jamás felices.

Y colorin colorado….este sueño ha comenzado.


Moraleja: Confía siempre en tus sueños. Se hagan realidad o no, tu felicidad depende de ellos.



Autor: Bossanova.